9/04/14

Juliana




Cada uno de sus acordes bailaron para mí,
dibujando en la gran bóveda de pensamientos
Que tengo por cabeza; su fino rostro, su esbelto cuerpo, su frágil sonrisa.
Un acordeón, un violín y un piano entretejidos en su negro cabello, llenaron de anhelos a una taciturna luna de abril.
La belleza es un acto divino que baila tango en pasional silencio,
Baila para mi desde su ausente reino.
Y mientras tanto, las voces del mundo giran ante mí,
diciendo no sé qué tantos silencios...
gritando no sé qué tantas soledades.



OdrA