27/12/13

Piadosa Muerte

La gran diosa luna reinaba esplendorosa en las alturas de una taciturna noche de invierno. Mientras tanto, en la tierra, un tanto más vulgar, una tenue luz se presentaba con rítmicos movimiento. No tenía la belleza del imponente satélite, pero llenaba de regocijo al solitario ser que anteponía sus manos en busca de un fugaz candor que robara de las fauces de la muerte su alma, cuerpo y mente, congelados por la soledad y el intenso frío. 

Un caos decadente reinaba en los pensamientos de aquel aciago ser, dicho caos también se apoderaba de su cabello, el cual descendía por su rostro altivamente, ocultando una melancólica mirada y unos labios corroídos por el tiempo. Llevaba todo el día en aquel solitario lugar tratando de buscar dentro de si mismo una motivación mas fuerte que sus deseos de dejar este mundo... pero la agonía de la soledad se plantaba a su lado cargando consigo un lirio tan blanco como la primera capa de nieve, dejando ver así, que ella también esperaba tranquilamente el final de aquel melancólico poeta. De repente y sin previo aviso, el crujir de las hojas secas se hizo presente cada vez mas cerca del pequeño claro donde se encontraba el meditabundo bohemio. De nuevo, rompiendo con toda la expectativa, una rápida sombra salio de entre los árboles y cayo abruptamente a unos metros del desconcertado espectador, quien anonadado, se dedico simplemente a observar si se trataba de un animal salvaje o una alucinación por parte de su decadente mente. Más su sorpresa creció al escuchar de entre la tenue oscuridad un femenil sollozo que de inmediato y sin dar a conocer  a quien lo profería cautivo su corazón de una manera inimaginable. 
Aquel sutil llanto recorrió toda la piel del Poeta y tomando un estado sobrenatural se apodero totalmente de su alma. Poco a poco la silueta fue tomando forma y textura; un gran manto carmesí cubría la femenina figura y un par de dorados mechones sobresalían de entre las tinieblas de la capucha.
Un sepulcral silencio se apodero de inmediato de aquella mística escena; por un lado, la mirada pávida del decadente ser, quien no acataba mover un solo musculo ante aquella inesperada situación y por el otro un par de altivas lagrimas de plata, las cuales abandonaron la oscuridad y se estrellaron frenéticamente contra la negra tierra. Acto seguido, la misteriosa damisela levanto su cabeza y bajo la luz del tenue fuego dejo ver un rostro  tan tristemente perfecto que bien pudo haber sido labrado por los dioses, dicha hermosura hipnotizo al desconcertado espectador quien ya daba por hecho que aquel sagrado ser había descendido del cielo acompañada de un coro celestial y no salido de las tinieblas de aquel lúgubre bosque.

- Un ángel no merece sufrir más tiempo…
Fueron las palabras salidas de aquella anónima dama perfecta, envolviendo los pensamientos del bohemio y llenando de un poderoso candor todo su ser, por un instante una oleada de luz cegó la vista del poeta y aplaco el caos reinante en su cabeza, al tiempo que, un ligero esbozo de sonrisa lleno sus labios y armonizo de entera paz su existencia.
Nuevamente el silencio reinaba en aquel claro, y la llama rítmica de una solitaria fogata daba indicios de vida en dicho lugar, más, un cuerpo inerte yacía junto al moribundo fuego, completamente helado… y teniendo en su mirar una ausencia total de existencia, pero aún así su rostro mostraba una cálida sonrisa, pues la muerte le había tomado en sus brazos y cobijado su alma en sus pechos de soledad. El poeta había muerto, pero no por obra de sus propias manos… pues fue la misma muerte quien se  apiado de su dolorosa existencia.

OdrA

26/12/13

Carmesí

"La noche llena de sorpresas, precede en su misterio el miedo inquebrantable a la oscuridad, a los enigmas, a aquellos seres que se presentan ante ti cubriendo sus pensamientos en velos de anonimato. La noche, hogar de los desventurados, habitantes insatisfechos que ocultan sus deseos mas profundos de la luz del sol, lobos solitarios en busca de liberar sus cuerpos del frió de la noche y de la mismísima soledad, nublando sus sentidos en drogas y licores en pro de alejar sus mentes de la tan sofocante realidad que tanto los enloquece..."



Caminaba con elegancia, manteniendo el porte digno de una dama de alcurnia, delineando su cuerpo con el rojo carmesí de un vestido que le llegaba hasta los pies y dejaba ver en su espalda, un escote tan comprometedor que invitaba a la lujuria. Sus ojos miraban firmes, se perdían en la distancia, como si nada de lo que ocurriese a su alrededor le importara, como si la existencia misma de la oscuridad que la rodeaba no hiciese mella en su compostura; no tenia miedo, sus pasos no titubeaban y el único sonido que creaba eco en aquel solitario callejón eran sus entaconados pies al golpear el asfalto. Su cabello, medianamente corto y ligeramente ondulado, brillaba en un tono cobrizo ante las escasas lamparas de aquella estrecha calle y engalanaba un rostro tan finamente tallado que culminaba a la perfección con una demostración de humana divinidad, la cual creaba un contraste idílico entre, la bella dama blanca vestida de rojo y el bestial escenario nocturno de aquel peligroso callejón neoyorquino.



Sus pensamientos albergaban incertidumbre, pero en ningún momento reflejaba su rostro dicha zozobra, intentaba analizar posibilidades, opciones que alejaran de su corazón el sin sabor de estar recorriendo un camino sin destino, una vida sin motivos y desenlaces. Se detuvo de improvisto y moviendo su rostro a un costado, contemplo con plena calma una férrea puerta lateral corroída por el tiempo. Permaneció unos instantes inmóvil, inmersa en sus pensamientos, manteniendo sus ojos miel enfocados en la inscripción superior que enmarcaba aquella entrada: “SIN ESPERANZA”. Dictaminaba de manera casi profética las letras grabadas en el metal. De repente, un sabor amargo recorrió lentamente su boca, como si amenace de su garganta, la sensación de un liquido espeso se acrecentaba y amenazaba con rebozar sus carnosos labios, pero ella simplemente mantenía su mano diestra sosteniendo su vientre sin mostrar incomodidad o dolor... firme dama aciaga con mirada férrea como el metal mismo que se reflejaba en sus ojos, sin sentimientos, sin motivos o desenlaces... por fin, el peso de la realidad se apodero de ella y cerro lentamente sus parpados.


"La realidad, existencia en ocasiones indescifrable, entorno muchas veces tergiversado por el inconsciente humano. Inimaginable motor de posibilidades que juegan con nuestros anhelos y nos sume en la decadencia del saber cuan frágil es la vida, la cual puede terminar en un simple abrir y cerrar de ojos."


–         Nadie te puede ayudar... pronto ya no sufrirás.


Fueron las notas que su mente entono al mismo instante en que el dolor gobernó tan elegante y bella morada, rompiendo en miles de cristalinos pedazos aquella escena y dando a conocer una realidad decadente y marchita...

Nuevamente abrió los ojos, pero la oscuridad gobernaba la noche, cubriendo en el velo del misterio los pecados mortales. El invierno había tocado a su puerta y congelando poco a poco la chispa de vida que latía dentro de si, la dama yace en el suelo sobre un fino manto carmesí, mientras los pasos del cazador se alejan lentamente. El verdugo se pierde en la impunidad con su insana mente satisfecha por la triunfal faena. El cazador asechó, atacó, se alimentó y destruyó, partiendo de la escena con la consciencia impune y el deber cumplido. La dama, luz opaca que se destruye en silencio, cierra paulatinamente sus ojos sin enfocar su mirada, siempre observando al vació, lugar en el cual su mente perdió el camino para no volver jamas...


OdrA

CIRCUNSTANCIAS

El sol reinaba en el cielo, imponente en lo mas alto de la bóveda celeste deleitaba por completo a la monumental metrópoli con su luz y calidez. Las nubes eran ausentes y un día
perfectamente azul se presentaba como un oasis veraniego en medio del mas terrible
invierno. Un día cálido en medio de un mes de tormentas, un regalo del astro rey que en la
tierra, recibían con el mayor de los agrados, especialmente en aquel verde y minúsculo rincón llamado Parque 93, en donde la naturaleza subsistía rodeada de un caos de negocios y gente de las mas altas apariencias, pero en el cual, una joven de esplendida belleza disfrutaba con la mas absoluta calma de aquel milagro.

Su mirada se perdía en la inmensidad del cielo y sus ojos claros eran diminutas estrellas
llenas de vida, su rostro mostraba calidez en sus pigmentaciones, sonrojando sus mejillas de una manera suave y delicada. Era mas de medio día y el caos reinante en la tierra creaba contraste con la inmensa calma que se respiraba en lo mas alto. Ella descansaba en la hierba con su cabello castaño formando ondas dispersas por doquier, un largo vestido blanco cubría su cuerpo engalanando su esbelta figura y unos labios rosa reposaban en su rostro mostrando una sutil sonrisa pintada por el mejor de los artistas...

Él la observaba a la distancia, desde que posó sus pies en el parque divisó con su aguda mirada a la mujer que hacia ya un par de meses había robado su corazón; ella, placida y delicada, se limitaba a perderse entre sueños y anhelos en el océano profundo que era en ese instante el infinito cielo. Él camino en silencio, manteniendo sus manos en los bolsillos y sus pensamientos en aquella castaña cabellera que tanto lo hipnotizaba. Ella cerro suavemente los ojos y lleno sus pulmones de un profundo suspiro, al tiempo que una sombra opaco los rayos de sol que acariciaban su rostro. Aquella sutil sonrisa que pintaba de hermosura sus labios se maximizo al profetizar quien se encontraba a su lado. “Dicen por ahí, que no hay mejor maquillaje para una mujer que el que emana del amor mismo que yace en su corazón.”

Ella abrió los ojos, cristalinos como el agua de un manantial y un par de mudas palabras
recorrieron el espacio para ser oídas solo por su caballero acompañante, la mujer levanto su torso mientras que su enamorado se inclinaba para completar el encuentro con un cálido beso nacido de aquel sentimiento.

No muy lejos, aquel joven se mantenía expectante, inmerso en sus pensamientos y con el
corazón latiendo briosamente. No había perdido en su mirar a la bella dama, ni siquiera ante la interrupción de su acompañante y en su rostro la misma expresión de idilio iluminaba sus oscuros ojos. Aquel sentimiento que enloquecía su corazón y confundía su mente seguía intacto, como si fuese indestructible a pesar de las circunstancias. “Dicen por ahí, que el amor mas puro nace del alma y en ocasiones no necesita ser correspondido.”

Él se alejó lentamente, manteniendo las manos en sus bolsillos y una sonrisa clandestina en su mente, mientras que ella, incorporándose encaminaba sus pasos en dirección contraria junto a su fiel enamorado, anónima a las circunstancia que ese mismo día, ella protagonizaba.




OdrA