26/12/13

Carmesí

"La noche llena de sorpresas, precede en su misterio el miedo inquebrantable a la oscuridad, a los enigmas, a aquellos seres que se presentan ante ti cubriendo sus pensamientos en velos de anonimato. La noche, hogar de los desventurados, habitantes insatisfechos que ocultan sus deseos mas profundos de la luz del sol, lobos solitarios en busca de liberar sus cuerpos del frió de la noche y de la mismísima soledad, nublando sus sentidos en drogas y licores en pro de alejar sus mentes de la tan sofocante realidad que tanto los enloquece..."



Caminaba con elegancia, manteniendo el porte digno de una dama de alcurnia, delineando su cuerpo con el rojo carmesí de un vestido que le llegaba hasta los pies y dejaba ver en su espalda, un escote tan comprometedor que invitaba a la lujuria. Sus ojos miraban firmes, se perdían en la distancia, como si nada de lo que ocurriese a su alrededor le importara, como si la existencia misma de la oscuridad que la rodeaba no hiciese mella en su compostura; no tenia miedo, sus pasos no titubeaban y el único sonido que creaba eco en aquel solitario callejón eran sus entaconados pies al golpear el asfalto. Su cabello, medianamente corto y ligeramente ondulado, brillaba en un tono cobrizo ante las escasas lamparas de aquella estrecha calle y engalanaba un rostro tan finamente tallado que culminaba a la perfección con una demostración de humana divinidad, la cual creaba un contraste idílico entre, la bella dama blanca vestida de rojo y el bestial escenario nocturno de aquel peligroso callejón neoyorquino.



Sus pensamientos albergaban incertidumbre, pero en ningún momento reflejaba su rostro dicha zozobra, intentaba analizar posibilidades, opciones que alejaran de su corazón el sin sabor de estar recorriendo un camino sin destino, una vida sin motivos y desenlaces. Se detuvo de improvisto y moviendo su rostro a un costado, contemplo con plena calma una férrea puerta lateral corroída por el tiempo. Permaneció unos instantes inmóvil, inmersa en sus pensamientos, manteniendo sus ojos miel enfocados en la inscripción superior que enmarcaba aquella entrada: “SIN ESPERANZA”. Dictaminaba de manera casi profética las letras grabadas en el metal. De repente, un sabor amargo recorrió lentamente su boca, como si amenace de su garganta, la sensación de un liquido espeso se acrecentaba y amenazaba con rebozar sus carnosos labios, pero ella simplemente mantenía su mano diestra sosteniendo su vientre sin mostrar incomodidad o dolor... firme dama aciaga con mirada férrea como el metal mismo que se reflejaba en sus ojos, sin sentimientos, sin motivos o desenlaces... por fin, el peso de la realidad se apodero de ella y cerro lentamente sus parpados.


"La realidad, existencia en ocasiones indescifrable, entorno muchas veces tergiversado por el inconsciente humano. Inimaginable motor de posibilidades que juegan con nuestros anhelos y nos sume en la decadencia del saber cuan frágil es la vida, la cual puede terminar en un simple abrir y cerrar de ojos."


–         Nadie te puede ayudar... pronto ya no sufrirás.


Fueron las notas que su mente entono al mismo instante en que el dolor gobernó tan elegante y bella morada, rompiendo en miles de cristalinos pedazos aquella escena y dando a conocer una realidad decadente y marchita...

Nuevamente abrió los ojos, pero la oscuridad gobernaba la noche, cubriendo en el velo del misterio los pecados mortales. El invierno había tocado a su puerta y congelando poco a poco la chispa de vida que latía dentro de si, la dama yace en el suelo sobre un fino manto carmesí, mientras los pasos del cazador se alejan lentamente. El verdugo se pierde en la impunidad con su insana mente satisfecha por la triunfal faena. El cazador asechó, atacó, se alimentó y destruyó, partiendo de la escena con la consciencia impune y el deber cumplido. La dama, luz opaca que se destruye en silencio, cierra paulatinamente sus ojos sin enfocar su mirada, siempre observando al vació, lugar en el cual su mente perdió el camino para no volver jamas...


OdrA

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