Cada uno de sus
acordes bailaron para mí,
dibujando en la gran
bóveda de pensamientos
Que tengo por cabeza;
su fino rostro, su esbelto cuerpo, su frágil sonrisa.
Un acordeón, un
violín y un piano entretejidos en su negro cabello, llenaron de anhelos a una
taciturna luna de abril.
La belleza es un acto
divino que baila tango en pasional silencio,
Baila para mi desde
su ausente reino.
Y mientras tanto, las
voces del mundo giran ante mí,
diciendo no sé qué
tantos silencios...
gritando no sé qué
tantas soledades.
OdrA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario